CORPUS MISTICUS
1999. Performative installation in La Gracia Sanctuary, La Fresneda (Teruel) and in Burgo de Osma Chatedral (Soria). Elements: 150 framed digitally manipulated photographs. Candles and zinc containers.
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(CAT)
Els participants, una cinquantena de persones la majoria d’elles persones conegudes, portaven fotografies recollides dels seus àlbums personals que documentaven moments significatius en les seves vides. Aquestes fotografies es van treballar digitalment per tal de crear un cos cromàtic comú, s’emmarcaren per donar solemnitat a l’escena i finalment es van dipositar en un espai acotat (creu grega) per a connectar-les a nivell formal i narratiu i alhora concentrar a nivell energètic el cúmul d’experiències (moltes d’elles gran dolor, altres d’intensa felicitat). En una sessió musicada i de llarga durada, els participants s’apropaven a la creu i prenien fotografies triades intuïtivament i establint relacions personals amb l’escena, podent reviure moments, reconciliar-se amb persones allà presents, evocar records oblidats (hi havia escenes comuns, presència de persones difuntes...) o trobar-se amb persones noves. Tot vivint les connexions que es produeixen en l’inconscient col·lectiu i que són un marc apropiat per a la funció terapèutica de l’art.
“(...) Corpus Misticus (1999). Va ser el primer treball en el que van ser convidats a participar activament un grup concret de persones, aproximadament unes cinquanta. L’acció es desenvolupava dins d’un ambient on es posava en pràctica l’estimulació dels sentits –l’oïda, l’olfacte, el tacte i la vista-, mentre els participants es comunicaven entre ells mitjançant l’intercanvi d’imatges i fotografies privades. L’esdeveniment recorda alguna de les característiques de l’accionisme de caràcter ritual, en el sentit en que Lebel o Vostell el van desenvolupar en la dècada de 1960, malgrat aquest apropament és tangencial, ja que no es partia de cap mena de provocació, sorpresa o shock violent, ni hi havia intenció d’alliberar impulsos agressius, ni de potenciar cap mena de comportament anàrquic derivat de l’alliberació dels instints. El títol era metàfora de l’acte, en tant que la Comunió Mística vindria a representar que totes les coses estan connectades d’alguna forma, como en els rituals màgics, on aflora l’inconscient i el misteriós. L’acte destacava el sentit evocatiu de les imatges i el seu efecte o impacte a traves dels intercanvis. La durada de l’acció no estava predeterminada i va finalitzar quan les imatges van deixar de circular.
En aquest treball no es va seguir una lògica específica, la acció pretenia desenvolupar la intuïció y constituir-se més en un acte terapèutic, més proper als actes psicomàgics (2) elaborats per A. Jodorowsky. Però mentre els actes de Jodorowsky son prescripcions de l’artista que l’actor o “pacient” ha de complir al peu de la lletra, con la finalitat de guarir el problema que provoca l’obsessió o l’angoixa, en aquesta acció cada participant desenvolupava una actitud pròpia i interpretava les seves pròpies sensacions i intuïcions. D’aquesta manera, per a Asunción i Guasch la concepció de l’art s’anirà configurant com una forma d’autoconeixement més profund i d’apertura de la consciència.”
(Lola Donaire. Fragment del text del catàleg Vulnerables).
(2) - Alejandro Jodorowsky. Psicomagia. Ed. Siruela, Madrid, 2004)
(ESP)
Los participantes, unas cincuenta personas, que principalmente se conocían, traen fotografías de sus álbumes personales que documentan momentos significantes de sus vidas. Estas fotografías se trabajaron digitalmente para crear un cuerpo cromático común y se enmarcaron para dar un efecto solemne a la escena. Se dispusieron en una cruz griega en este caso para conectarlas de manera formal y narrativa y a la vez para concentrar en un nivel de energía el cúmulo de experiencias (muchas de las cuales eran de gran dolor, otras de una felicidad intensa). Durante una larga sesión musical, los participantes se acercan a la cruz y cogen fotografías elegidas intuitivamente y establecen una relación personal, establecen una conexión personal con la escena, reviviendo momentos, reconciliándose posiblemente con personas presentes, evocando recuerdos olvidados (hay escenas compartidas, presencia de difuntos…) o descubriendo nuevas personas. Todo se trata de vivir las conexiones que produce el inconsciente colectivo y que son un marco apropiado para la arte-terapia.
“(...) Corpus Misticus (1999) fue el primer trabajo en el que fueron invitados a participar activamente un grupo concreto de personas, aproximadamente unas cincuenta. La acción se desarrollaba dentro de un ambiente donde se ponía en práctica la estimulación de los sentidos -el oído, el olfato, el tacto y la vista-, mientras los participantes se comunicaban entre ellos por medio del intercambio de imágenes y fotografías privadas. El evento recuerda alguna de las características del accionismo de carácter ritual, en el sentido en que Lebel o Vostell lo desarrollaron en la década de los 60, aunque ese acercamiento es tangencial, ya que no se partía de ningún tipo de provocación, sorpresa o shock violento, ni había intención de liberar impulsos agresivos, ni de potenciar ningún tipo de comportamiento anárquico derivado de la liberación de los instintos. El título era metáfora del acto, en tanto que la Comunión Mística vendría a representar que todas las cosas están conectadas de alguna forma, como en los rituales mágicos, donde aflora lo inconsciente y lo misterioso. El acto destacaba el sentido evocativo de las imágenes y su efecto o impacto a través de los intercambios. La duración de la acción no estuvo predeterminada y finalizó cuando las imágenes dejaron de circular.
En este trabajo no se siguió una lógica específica, la acción pretendía desarrollar la intuición y constituirse más en un acto terapéutico, más cercano a los actos psicomágicos (2) elaborados por A. Jodorowsky. Pero mientras los actos de Jodorowsky son prescripciones del artista que el actuante o “paciente” debe cumplir al pié de la letra, con el fin de sanar el problema que provoca la obsesión o la angustia, en esta acción cada participante desarrollaba se propia actitud e interpretaba sus propias sensaciones e intuiciones. De esta manera, para Asunción y Guasch su concepción del arte se irá configurando como una forma de autoconocimiento más profundo y de apertura de la consciencia.”
(Lola Donaire. Fragmento del texto del catálogo Vulnerables.)
(2). Alejandro Jodorowsky. Psicomagia. Ed. Siruela, Madrid, 2004)
Los participantes, unas cincuenta personas, que principalmente se conocían, traen fotografías de sus álbumes personales que documentan momentos significantes de sus vidas. Estas fotografías se trabajaron digitalmente para crear un cuerpo cromático común y se enmarcaron para dar un efecto solemne a la escena. Se dispusieron en una cruz griega en este caso para conectarlas de manera formal y narrativa y a la vez para concentrar en un nivel de energía el cúmulo de experiencias (muchas de las cuales eran de gran dolor, otras de una felicidad intensa). Durante una larga sesión musical, los participantes se acercan a la cruz y cogen fotografías elegidas intuitivamente y establecen una relación personal, establecen una conexión personal con la escena, reviviendo momentos, reconciliándose posiblemente con personas presentes, evocando recuerdos olvidados (hay escenas compartidas, presencia de difuntos…) o descubriendo nuevas personas. Todo se trata de vivir las conexiones que produce el inconsciente colectivo y que son un marco apropiado para la arte-terapia.
“(...) Corpus Misticus (1999) fue el primer trabajo en el que fueron invitados a participar activamente un grupo concreto de personas, aproximadamente unas cincuenta. La acción se desarrollaba dentro de un ambiente donde se ponía en práctica la estimulación de los sentidos -el oído, el olfato, el tacto y la vista-, mientras los participantes se comunicaban entre ellos por medio del intercambio de imágenes y fotografías privadas. El evento recuerda alguna de las características del accionismo de carácter ritual, en el sentido en que Lebel o Vostell lo desarrollaron en la década de los 60, aunque ese acercamiento es tangencial, ya que no se partía de ningún tipo de provocación, sorpresa o shock violento, ni había intención de liberar impulsos agresivos, ni de potenciar ningún tipo de comportamiento anárquico derivado de la liberación de los instintos. El título era metáfora del acto, en tanto que la Comunión Mística vendría a representar que todas las cosas están conectadas de alguna forma, como en los rituales mágicos, donde aflora lo inconsciente y lo misterioso. El acto destacaba el sentido evocativo de las imágenes y su efecto o impacto a través de los intercambios. La duración de la acción no estuvo predeterminada y finalizó cuando las imágenes dejaron de circular.
En este trabajo no se siguió una lógica específica, la acción pretendía desarrollar la intuición y constituirse más en un acto terapéutico, más cercano a los actos psicomágicos (2) elaborados por A. Jodorowsky. Pero mientras los actos de Jodorowsky son prescripciones del artista que el actuante o “paciente” debe cumplir al pié de la letra, con el fin de sanar el problema que provoca la obsesión o la angustia, en esta acción cada participante desarrollaba se propia actitud e interpretaba sus propias sensaciones e intuiciones. De esta manera, para Asunción y Guasch su concepción del arte se irá configurando como una forma de autoconocimiento más profundo y de apertura de la consciencia.”
(Lola Donaire. Fragmento del texto del catálogo Vulnerables.)
(2). Alejandro Jodorowsky. Psicomagia. Ed. Siruela, Madrid, 2004)
(ENG)
The participants, some fifty people, mainly who know each other, bring photographs from their personal albums which document significant moments in their lives. These photos were digitally worked to create a common chromatic body and were framed to give a solemn feel to the scene. They were placed in a Greek cross in this case to connect them in a formal and narrative way and at the same time to concentrate on an energy level the accumulation of experiences (many of which were of extreme pain, others of intense happiness). Throughout a long musical session, the participants approach the cross and take intuitively chosen photographs and establish personal relationships, establish a personal connection with the scene, reliving moments, reconciling themselves with people present there, evoking forgotten memories (there are common shared scenes, presence of the deceased...) or discovering new people. It is all about living the connections which the collective unconscious produces and which are an appropriate framework for art therapy.
(...) Corpus Misticus (Mystical Body) (1999) was the first work in which a certain group of people, about 50, were invited to actively participate. The action took place in an environment that put into practice the senses –hearing, smell, touch and sight-, while the participants communicated with each other by means of exchanging private images and photographs. The event reminds us of some of the characteristics of ritualistic actionism, in the way Lebel or Vostell developed it in the sixties, although this approach is tangential, it doesn’t come from any provocation, surprise or violent shock, nor does it intend to liberate aggressive impulses, or potentiate any kind of anarchical behaviour derived from the liberation of instincts. The title was a metaphor of the act, in such that the Mystical Communion would come to represent that all things are connected in some way, like in magical rituals, where the unconscious and the mysterious surface. The act highlighted the evocative meaning of the images and their effect or impact through exchanges. The duration of the action wasn’t predetermined and finalized when the images stopped being passed around.
In this work no specific logic was followed, the action was meant to develop intuition and constitute more as an act of therapy, closer to the psycho-magical acts (2) elaborated by A. Jodorowsky. But while Jodorowsky’s acts are prescriptions of the artist that the participant or the “patient” must follow word for word, with the intention to heal the problem that provokes obsession or angst, in this action each participant developed their own attitude and interpreted their own sensations and intuitions. This way, for Asunción and Guasch their conception of art will configure as a form of profound self-knowledge and of opening consciousness.
(Lola Donaire. Text from the catalogue Vulnerables.)
(2). Alejandro Jodorowsky. Psicomagia. Ed. Siruela, Madrid, 2004)
The participants, some fifty people, mainly who know each other, bring photographs from their personal albums which document significant moments in their lives. These photos were digitally worked to create a common chromatic body and were framed to give a solemn feel to the scene. They were placed in a Greek cross in this case to connect them in a formal and narrative way and at the same time to concentrate on an energy level the accumulation of experiences (many of which were of extreme pain, others of intense happiness). Throughout a long musical session, the participants approach the cross and take intuitively chosen photographs and establish personal relationships, establish a personal connection with the scene, reliving moments, reconciling themselves with people present there, evoking forgotten memories (there are common shared scenes, presence of the deceased...) or discovering new people. It is all about living the connections which the collective unconscious produces and which are an appropriate framework for art therapy.
(...) Corpus Misticus (Mystical Body) (1999) was the first work in which a certain group of people, about 50, were invited to actively participate. The action took place in an environment that put into practice the senses –hearing, smell, touch and sight-, while the participants communicated with each other by means of exchanging private images and photographs. The event reminds us of some of the characteristics of ritualistic actionism, in the way Lebel or Vostell developed it in the sixties, although this approach is tangential, it doesn’t come from any provocation, surprise or violent shock, nor does it intend to liberate aggressive impulses, or potentiate any kind of anarchical behaviour derived from the liberation of instincts. The title was a metaphor of the act, in such that the Mystical Communion would come to represent that all things are connected in some way, like in magical rituals, where the unconscious and the mysterious surface. The act highlighted the evocative meaning of the images and their effect or impact through exchanges. The duration of the action wasn’t predetermined and finalized when the images stopped being passed around.
In this work no specific logic was followed, the action was meant to develop intuition and constitute more as an act of therapy, closer to the psycho-magical acts (2) elaborated by A. Jodorowsky. But while Jodorowsky’s acts are prescriptions of the artist that the participant or the “patient” must follow word for word, with the intention to heal the problem that provokes obsession or angst, in this action each participant developed their own attitude and interpreted their own sensations and intuitions. This way, for Asunción and Guasch their conception of art will configure as a form of profound self-knowledge and of opening consciousness.
(Lola Donaire. Text from the catalogue Vulnerables.)
(2). Alejandro Jodorowsky. Psicomagia. Ed. Siruela, Madrid, 2004)